
Yo creo, que imposible es la palabra que usan los cobardes.
Los sueños son pequeñas llamitas que iluminan el camino cuando está oscuro, que son el calor en las noches de frío, que son la esperanza de un nuevo día.
Los sueños, se deben guardar, cuidar y nunca perder de vista, son el pasaje a la felicidad.
Hay que hacerles un espacio en nuestro corazón, dejar que les entre calor y luz, y poco a poco alimentarlos con realidades.
Y algunas veces, estos, con poquitos y poquitas realidades, crecen grandes y fuertes como un árbol frondoso dispuesto a dar frutos.
Y los dá.
Jugosos, exquisitos y sorpresivos.
Y es en ese entonces, que sonrío desde mi interior hasta mi exterior.
Mi vida se transforma en una dulce sonrisa.
Agradezco, bajo la cabeza para no perder el sendero, y sigo soñando.
Hay más árboles que merecen crecer.
Y eso, nunca hay que perderlo de vista.