
Algunas veces, hay que detenerse en este mundo que gira rápido y cada día deja a personas atrás que no le pueden seguir el ritmo.
Tal vez también nos deje atrás, o sigamos con la inercia de la velocidad, pero hay que detenerse.
Hay que mirar atrás y ver lo que hemos dejado, lo que hemos sacrificado por mejores oportunidades y ver si todo eso valió la pena.
Algunas personas creen que lo importante es llegar, sin importar "cómo".
Yo creo que importa más el "cómo" que la meta.
El "cómo" es lo que nos hace humanos, es aquello que nos hace equivocarnos para ser mejores, el "cómo" es la piedra que nos hace tropezar para luego levantarnos unos pasos más allá.
Hay que revisar lo que somos, y como hemos llegado a serlo.
Revisar las promesas que dejamos de cumplir por la velocidad a la que debíamos avanzar y ver si nuestros ideales se asemejan a lo que siempre hemos querido, o si los hemos ajustado a "lo que hay".
No hay que ser conformistas.
Hay que exigir por lo que merecemos, hay que luchar por lo que debemos.
No hay que perder la calma en horas de desesperanza, y por sobretodo, hay que detenerse.
La perspectiva es lo que nos impulsa a seguir, y por eso mismo, nunca debemos dejar de detenernos.
Aunque el día esté nublado, hay que detenerse y ver si alguna brisa se siente tibia.
A veces, necesitamos un pequeño empujón para volver a creer.