lunes, octubre 30, 2006
Posteado por Libelula a las 3:39 p. m.



Los prejuicios son pan de cada día.
No conozco a alguna persona que pueda decir que no es prejuiciosa, puede serlo menos, pero aún así lo es, como dijeron alguna vez, "El que esté libre de pecado tire la primera piedra".
Y bajo este punto de vista, aunque la palabra prejuicio tiene una connotación negativa, muchas veces puede suceder a la inversa.
Depende de la persona claro, pero en mi caso, me imagino cosas positivas primero. "Debe ser responsable".
El otro día en un taller, nos hicieron escribir en una hoja las cosas positivas que creíamos de personas que nunca antes habíamos visto.
Y fue bastante interesante el resultado.
Pero más allá de contar esa historia, voy a lo importante.
Muchas veces, no es suficiente con ser, sino también con parecer.
La imagen que proyectemos será importante al momento que otros nos juzguen.
Y la seguridad con que lo proyectamos, más aún.
Y no sacamos nada con solamente parecer...
A recordar entonces, No sólo hay que ser, sino que también parecer.
 
jueves, octubre 05, 2006
Posteado por Libelula a las 8:59 p. m.


Suelo ser una caminante sin rumbo, fijandome en aquellas cosas que otros ignoran. Muchas veces caminando entre gente que conozco sin reconocerla. Pero por cada paso que doy, siempre me fijo en algo.
En todas las cuadras -o en casi todas- siempre hay un detalle invariable. Un perro.
Un perro quiltro -mestizo si se le quiere llamar- entre negro y café, con unas cuantas pulgas y algo de hambre.
Hace años, que se han convertido en mis acompañantes mientras camino. Basta con que sus dulces ojos se posen en los mios, y está todo dicho, caminaremos juntos.
Un tiempo atrás, en mi mochila día y noche había una bolsita con alimento. Es que uno no puede saber cuando se encontrará un amigo peludo con cuatro patas.
Ahora esa costumbre la cambie por pesados libros que me ayudan a conocer más de lo que desconozco.
Pero aún así, no falta el quiosquito donde comprar un pan o alguna galleta.
Aún así, hoy me sorprendió la "bondad" de algunas personas.
Hoy, al llegar a la Universidad donde estudio, vi unas orejitas... me acerqué y ví algo más... Una perra con cinco cachorros recién nacidos. Y la gente pasaba como si nada, nadie la vió hasta más tarde cuando alguién lo comentó.
Por un lado, sentí satisfacción cuando ví que le dieron comida y cosas, pero por otro, sentí algo así entre rabia y pena. Rabia y pena, por que algunas personas se visten de "solidarias" y bondadosas por pocas horas al año. En el caso de los discapacitados, solamente para la Teletón. En el caso de los perros, solamente cuando los demás lo hacen.
A las mismas personas que antes he visto corretear a los perros que se sientan cerca de la U, son los que ahora se vistieron de bondadosos y se preocuparon. Ok, aplaudo la buena idea.. pero y el resto de los días qué?
Es el mismo ejemplo de la Teletón. Por 27 horas al año, somos un país solidario y comprometido con los discapacitados. Y el resto del año, ocupan lugares reservados para estos, hacen como que no ven la pintura de la cruz de malta en los estacionamientos, instituciones como la Universidad (que por una de esas razones, no es "mí" universidad, como otros dicen) no tienen acceso para discapacitados.. y un largo etcétera.
Lo mismo pasa con los perros. Por unas horas de "bondad", no nos hacemos buenos.
Y lo que define a cada persona, sin duda alguna, es la continuidad de sus actos.
Ser solidario, entonces, no debería ser 27 horas al año (en el caso de los discapacitados), ni tampoco limitarse a alimentar a un perro que lo necesita solamente cuando tiene cachorros.
Y la diferencia entre los humanos y estos últimos, es que los tan cariñosos perros, no pueden hablar, y por lo tanto, no tienen como decir que necesitan ayuda... No tiene como decir que tienen hambre, pero aún así, tienen como agradecer.
 
martes, octubre 03, 2006
Posteado por Libelula a las 12:35 p. m.


Es importante darse cuenta del paraíso en que uno vive comparado con otras personas.

Esto no dice que siempre nos tenermos que comparar con los que -por azares o decición propia en la vida- están un poco más bajo que nosotros, ya que también nos debemos comparar con las personas a las que envidiamos, para ver como lograron lo que tienen, y para ver que hacemos al respecto para hacerlo nosotros también.

En mi léxico, no existe la palabra resignación, esa es una palabra para denominar cosas mediocres a las cuales nadie quiere, ni siquiera nosotros mismos.

Es tiempo de ver el escalón de abajo, el de arriba, y ver para que lado se inclina la balanza de lo que queremos.

Siempre esperando algo más de la vida? Pues has algo por ella.

Esta no nos verá con ojos bondadosos y nos otorgará todo aquello que deseamos.

Debemos trabajar para esto.

Mirando el escalón de abajo? Pues, debemos recordar siempre en la posición en la cual nos encontramos, a fin de ver que nuestras acciones nos condujeron al escalón en que estamos.

No te detengas nunca en un escalón, ya que quien lo hace -muchas veces- teme vivir la vida.

Y quien teme vivir la vida, desperdicia los riesgos a cambio de seguridad -y de esta misma manera- desperdicia las buenas oportunidades.
 
lunes, octubre 02, 2006
Posteado por Libelula a las 11:52 p. m.

Habría preferido seguir creyendo en el como siempre.
Nunca haberme decepcionado del grandioso hombre-niño que alguna vez conocí.
Que actuara como el "mejor amigo" que dice ser.

Tal vez una llamada en otro tono y una actitud más.
Que me hubiese demostrado que todos los años no pasan en vano.
Que lo que se cultiva siempre tiene frutos.
Me me hubiese demostrado que las tardes entre el sauce y mi casa, mientras cantabamos y jugabamos metropolis valían algo.
Y que hubiese estado ahí para cuando me destruyeron el corazón y lo necesitaba.

Me gustaría creer que todas aquellas conversaciones acompañadas de Baileys no sólo fueron para escucharlo.
Debe ser que yo siempre creí que teníamos dos orejas y una boca para escuchar más de lo que hablamos.
Debe ser que yo creí en él hasta el día 25.
Me hubiese encantado tener menos razón y más corazón otra vez más.
Pero como dicen por ahí, las cosas caen por su propio peso.
Maldita ley de gravedad.