
Y no sé como hay personas que aman tener todo bajo control, que su vida sea controlada como un vaso de leche, donde no se mueve ni un ave sin que lo sepan.
No sé porqué, pero resulta que yo no quiero tener algo bajo control.
Prefiero que la vida me sorprenda, me de una vuelta en el aire y me deje caer, que me deje ver cosas desde una perspectiva distinta de vez en cuando y me sorprenda con respuestas a preguntas que nunca hice.
Quiero sorprenderme cada día que veo a las personas que amo, cuando puedo abrazar a los amigos que adoro, cuando puedo darme cuenta que tengo otro día más para ser feliz.
No quiero algún día de mi vida dar algo por sentado, porque no tengo ni mi presente.
Quiero construir mi presente y futuro, pero lejos del control.
Quiero ser como un árbol, y crecer descontrolado tanto entre mis raíces, como en mis hojas, sin contar cada una de ellas como mía, sino sintiéndolas como parte de mí, sin importar su forma, número o estado.
Quiero sorprenderme.
Quiero vivir con el menor control posible.
Controlarse y reprimirse, son las cosas de las cuales más se arrepienten las personas en el momento "de".
Atreverse. Des-Controlarse.
Ser.
Vivir mi vida, no como un vaso de leche, sino como un océano con muchos, pero muchos peces que hacen que constantemente cambie la marea.
Y en este océano, una simple alga, no tiene poder sobre la marea.
Se deja llevar. Se sorprende.
Y vive, sin intentar controlar ni comprender el ambiente en donde vive.
Lo disfruta y lo deja ser. Más no puede hacer.
No tiene nada bajo control.
Y día tras día, se sorprende por lo que la vida generosamente le otorga.