Posteado por Libelula a las 4:49 a. m.
La muerte es un evento tan natural como el nacimiento, pero a la inversa.
Y sucede que siempre estamos preparados para una nueva vida, pero nunca para que nos quiten una.
Por una parte es egoísmo no querer dejar a las personas que significan algo en nuestra vida, por otro lado es miedo a necesitarlos y que no esten.
Es complejo hablar de la muerte cuando es algo que en la vida misma es dificil de conversar.
Pues más dificil aun es estar preparados para ella.
Es dificil saber que un día ya no estaremos más allí para los que queremos, ni ellos para nosotros.
Es dificil saber que eso no es controlable.
Que tal vez hoy me vaya a dormir y no despierte.
Creo que todo lo que tiene vida y un conciencia le teme a lo desconocido. No a la muerte, sino a lo desconocido.
Y desconocido e incierto es un futuro en el cual se ha borrado a alguien del cuento como un dibujante borra algo para cambiarlo.
Hablar de la muerte es complicado, pensando en la nuestra propia, y en la de los que queremos.
Día a día miles de personas dejan este planeta, y aunque no nos interesa por algo más que morbo saber cuantas personas mueren en un terremoto o atentado, cuando una de las nuestras están en aquello, uno es un número significativo.
Es que para la muerte todo es distinto.
Mientras para un nacimiento hay preparativos, festejos, ropas y celebraciones, para la muerte - luego de ser aceptada- existe algo muy distinto.
Con el dolor de una perdida hay que preparar funerales, flores, elegir un ataúd, avisar a los conocidos, aceptar condolencias...
Lo fastidioso es que en un momento de dolor y vulnerabilidad es hay que buscar un ataúd "adecuado", una iglesia, un cementerio para aquellos que le gusta enterrar su cuerpo.
No sería más fácil estar tan preparados para la muerte como para un nacimiento?
No hablo de vivir día a día pensando en la muerte, sino que alguna vez conversarlo como algo natural y no destructivo (aunque lo sea.)
Tal vez aunque suene extraño, dejar algunas cosas "preparadas".
Es que la muerte, se quiera o no, es inevitable.
Por el derecho a la vida, lo único que tenemos 100% seguro es la muerte.
Ni amor, ni comida, sino que tenemos seguro la muerte.
Yo no le temo a la muerte, sólo espero que no llegue en un momento inapropiado.
Ni estoy preparada para que se pasee entre los que amo.
Ni entre los que quiero.
Pero si viene, estoy preparada.
Ya dije casi todo lo que debería.
Y ya tengo decidido como será el momento en que alguien tenga que cargar mi armadura.
No pido ni flores ni canciones.
Ni imagenes ni colores.
Tan sólo pido, que no sientan pena por aquello que dejé de ser, sino que disfruten aquello que sí fuí.
Que disfruten por que fui feliz.
Y me recuerden como tal.
Feliz.